Los Concrete Misplots fueron concebidos como prototipos virtuales para la customización en masa, basándose en el formato de viviendas tradicionales. Fueron creadas por la red creativa: Zeitguised, dedicada al motion graphic desde hace diez años, quienes trabajaron en esta ocasión junto al diseñador gráfico inglés Matt Frodsham.
Zeitguised es un sub-mundo. Es la faceta oscura, extraña e imaginativa del espíritu de la contemporaneidad gráfica. Está integrada por estudios de diseño gráfico y animación de Francia, Inglaterra, Alemania, Canadá, Estados Unidos y Brasil. Empresas como Peugeot, Mercedes Benz, MTV, Toyota, Adobe y AOL confiaron en ellos y sus trabajos han sido expuestos y publicados alrededor del mundo. A fin de 2010 fueron destacados en la sección“Raumtraum” (Espacio-sueño en alemán) de la revista de arquitectura suiza Hochparterre.


Sus trabajos poseen un estilo muy marcado. Partiendo de la abstracción total –su bagaje artístico toca extremos, desde reminiscencias del reconocido escultor indio Anish Kapoor hasta el urban art– los diseñadores logran crear extrañas atmósferas a partir de objetos de formas que conjugan lo geométrico y lo orgánico, trabajadas al detalle desde la textura y la trama, que surgen y se sumergen dentro de ambientes súper realistas.

Esta vez, se adentraron en el mundo de la arquitectura y recrearon un futuro tal vez no muy lejano, debido a los diferentes estudios que se vienen realizando en materia de construcción CNC. Basándose en la creación de espacios habitables íntegramente a partir de sistemas de construcción robótica desde programas 3D, Zeitguised se propone mostrarnos la otra cara del hecho tecnológico. En ausencia de la intervención humana, el proceso se completa de manera errónea produciendo fallos de impresión, que ocasionaron la traducción de datos equívocos. La carga ineficiente de los cartuchos y los parámetros mal trasferidos en la bajada de hormigón, generan como resultado estas rarezas arquitectónicas contemporáneas.
Dichos errores de imprenta son los desechos de este proceso tecnológico, los cuales, según las propias irónicas palabras de sus autores “podrían están siendo utilizados actualmente como casas compartidas por ocupantes ilegales mayores de edad”.
Para ver más material de Zeitguised, visitá:
Los especialistas debatieron las políticas y los sistemas de crédito para la vivienda aplicados en otros países de la Región. La novedad: una “hipoteca sobre bien futuro”, exitosa en Perú.



Las iniciativas públicas, por más bienintencionadas que sean, por sí mismas no alcanzan para arrimar una solución a la virtual inexistencia del crédito para la vivienda sin la participación de los actores privados, como ya sucede en algunos países de la región. Esa fue una de las conclusiones, tal vez la más importante, que dejó el seminario “El acceso a la vivienda para sectores medios en Argentina”, organizado por el Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU) y la recientemente conformada Asociación Argentina de Profesores de Programas, Posgrados y Maestrías del sector Inmobiliario y de la Construcción (APPI).
El otro día hablábamos con el hijo de un buen amigo y a la pregunta sobre qué le gustaría ser de mayor, el niño respondió sin ningún tipo de titubeo: ¡Arquitecto! Con 4 años está muy bien tener las cosas claras, aunque es evidente que, en este caso, la inocencia es atrevida. Si ya eres un recién titulado, a muchos de los temas a los que a continuación trataremos, ya te habrás enfrentado con ellos cara a cara. Si estás en la escuela no tenemos claro como verás nuestras palabras y si acabas de empezar o estás pensando estudiar arquitectura, ojalá no seamos nosotros los que te desanimemos de tan arriesgada decisión.
Hace unos días, Julen Asua, uno de los dos responsables del estupendo blog de Multido, nos dejaba un interesante comentario en el blog, del que rescatamos la siguiente reflexión,
“No hay buenos profesores porque no saben a lo que se dedican ni tienen idea de cómo promover en el alumno las “ganas y la ilusión” por aprender (…) No hay buenos profesores porque no emocionan, ni ilusionan, ni saben despertar las ganas del alumno para equivocarse… para fallar… para arriesgar… para acertar… y en la escuela para qué hablar… Las aulas no son instrumentos para que profesores con problemas de autoestima humillen a un alumno que no sigue sus directrices al pie de la letra… Las aulas no son un juego. Las aulas son el futuro de la profesión… y del mundo…
Las escuelas de arquitectura tienen una responsabilidad mucho mayor de lo que pudiera parecer y es una gran irresponsabilidad que no se asuman una serie de cambios más que necesarios. Los estudiantes entregan muchos años de su vida como para no recibir una formación mejor a cambio. Por ello,  hoy nos gustaría centrarnos en qué ocurre cuando se produce el  deseado y, a  la vez, temido momento del desembarco en el mundo profesional.
¿Hasta qué punto el joven arquitecto está realmente formado o, en vez de ello, queda  en manos del destino? Una vez que el alumno termina  la carrera de arquitectura, a uno se le queda la sensación de que acaba de subir diez puertos de alta montaña seguidos. Los cinco intensos años de formación, en muchos casos, solo son un prólogo de la gran odisea en la que se puede convertir el PFC (proyecto fin de carrera). Gente que ha ido estupendamente bien durante toda la carrera, de repente, el Proyecto final se le atraganta y se pasan dos o tres años de de su vida sufriendo lo indecible. Otros, por las ganas de hacerlo bien, decidan el mismo tiempo, pero esta vez sin tanto sufrimiento.
Suele ser un final de la vida académica un tanto ingrato, pues exige mucha dedicación y, normalmente, en bastante soledad. Cada escuela tiene diferentes planteamientos, en algunas se puede corregir prácticamente cada semana con sus profesores, mientras que en otras, el proyecto será juzgado sin haber tenido prácticamente ninguna corrección. Lo que está claro es que, en muchos casos, los alumnos no acaban excesivamente contentos de este último envite universitario.

Pero, estaría bien plantearnos qué es lo que ocurre hoy día cuando se ha conseguido la gran machada, cuando ya se es arquitecto y con toda la ilusión del mundo se desembarca en el “mundo real”. No olvidemos que la mayoría de las universidades no dejan de ser una gran burbuja en la que se habla de arquitectura, pero no se explica qué es lo que  significa ser arquitecto o, por lo menos, no se habla demasiado en los términos que a continuación analizaremos.
Lo primero que quisiéramos poner encima de la mesa, es que no tiene nada que ver haber acabado Arquitectura en los dos últimos años o haberlo hecho hace seis o siete. En igualdad de condiciones, para aquellos que terminamos antes todo ha sido mucho más fácil. Evidentemente, la situación no era tampoco ideal, pero en comparación a la actual había muchas posibilidades laborares. A día de hoy, creemos que el alumno, salvo rara excepción, desembarca en la práctica profesional de la arquitectura con poca ilusión y siendo bien consciente de la precariedad del sector. Si por lo que sea el exalumno no es muy consciente de la cruda realidad, en cuatro días se dará cuenta de que esto no es el mundo idílico que se le presentó en la Universidad.
También nos gustaría destacar que, para los pocos que tengan la suerte de poder redactar un proyecto de ejecución, éstos tienen la manía de tener normativa, presupuesto y cliente. Sí, sí, son de esos que de los que tan poco se habla durante los años de escuela, pero que en la vida real, nadie nos librará. Ya no habrá un mes para pensar la idea, ni, seguramente, dará tiempo de hacer dos o tres maquetas, ni las ideas rocambolescas que han ido colando durante toda la carrera, aquí tendrán mucho peso.
Sin negar que, lo más importante de cada proyecto seguirá siendo la idea que lo genere, ahora aparecerán un sinfín de acontecimientos que harán que ese proyecto llegue a tener cierto cuerpo o se quede en agua de borrajas. Por suerte o por desgracia, los  honorarios, certificaciones y  plazos de entrega pasarán a un primer plano. Nos gusté o no, somos parte del mundo empresarial, aunque parece que tenemos cierta tendencia a olvidarnos de ello. A pesar de ser arquitectos, tenemos que hacer el IVA, contratos (cuanto mejor redactados mejor) e incluso alguna retención que otra.
No suena tan excitante como hablar de luz, medida y espacio, pero es necesario ponerse al día de estos menesteres. Un estudio de arquitectura es una empresa (quizás con ciertas peculiaridades, pero una empresa, al fin y al cabo), pero por una razón u otra, parece que en muchas escuelas de arquitectura no interesa hablar de esta realidad.
Autores de la entrada: Stepienybarno
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